domingo, 11 de julio de 2010

ARTICULO # 3 “MI MAESTRO NO ME QUIERE”

Por José Manuel Mañu
En ocasiones los profesores nos dejamos llevar de simpatías y antipatías. Menos de lo que parece, pero ocurre; y suele ser un síntoma de los que comienzan en la profesión o de los que no han alcanzado madurez profesional. En una clase con veinticinco o treinta alumnos hay una gran variedad de situaciones y suelen darse tres o cuatro alumnos revoltosos, buenos o malos estudiantes, y que suelen ser corregidos con frecuencia.
Ahora está de moda entre los pedagogos hablar de alumnos hipercinéticos, es decir lo que siempre se ha llamado movidos.
Los alumnos o alumnas que al comenzar la primaria querían enormemente a su profesor o profesora al llegar a cuarto o quinto se comienzan a distanciar, el juicio sobre sus profesores comienza a ser crítico y ya no les parece necesariamente bien todo lo que hace o dice. Es una reacción lógica, propia de la evolución psicológica, y que anuncia lo que se acentuará con la adolescencia.
Reacciones de la familia
Las diferencias más notables se producen como consecuencia de la reacción de los padres. Actualmente el entorno social es más exigente y crítico con los profesores que hace unos años.
Antes, las decisiones del equipo educativo eran respaldadas por casi todas las familias de un colegio. En la actualidad hay una gran disparidad de unas familias a otras. Cuando a un hijo o hija en fase psicológica crítica se unen unos padres hiperprotectores tenemos el caldo de cultivo propicio par que se produzca una tensión familia-colegio.
Hace unos años, un error frecuente era no escuchar al hijo o hija, y sin mediar conversación, respaldar la actuación del profesor. No era raro recibir una bofetada si se llegaba a casa quejándose de que le habían pegado. Esto ha cambiado pero, de todas formas, en algunos casos es como si hubieran vuelto del revés las cosas ahora el niño tiene siempre razón y el profesor ha de demostrar lo contrario.
Escuchar y analizar
A mi juicio, siempre debe escucharse al hijo o hija, aún sabiendo que por apasionamiento o por falta de perspectiva muchas veces estará equivocado. La sensatez de los padres les llevará a que si el asunto es grave o repetitivo, vayan al colegio a hablar con el tutor o el jefe de estudios. El resultado educativo de los enfrentamientos suele ser nulo o contraproducente.
La mayoría de las ocasiones no procede dar más importancia a lo que son los pequeños roces naturales de la convivencia. Los hijos deben acostumbrarse a saber que sus profesores son personas de carne y hueso, que hay unos más simpáticos que otros, que uno es muy exigente y el otro menos. En fin, la vida es variada y cuanto antes se acostumbren a esa diversidad, antes se adaptarán al mundo.
Ordinariamente la respuesta a esa excusa infantil de la supuesta manía del profesor, debe ser ayudar al hijo a reconocer su responsabilidad personal y a asumir las consecuencias de esa mala actuación, bajo rendimiento académico... Sólo en aquellos casos que con suficiente fundamento percibamos que el chico o chica tiene razón, procede actuar de otra manera.
En muchas ocasiones el tutor tiene suficientes datos sobre profesor y alumno como para darnos un consejo acertado. Si el afectado es el propio tutor lo aconsejable es acudir a alguna persona del equipo directivo.
¿Quién tiene razón?
Para un profesor no debe ser motivo de afrenta el pedir perdón a un alumno por una mala actuación. Eso no es perder la autoridad salvo para quien, por orgullo, no está dispuesto a rectificar. Por la misma razón, hay que enseñar a los alumnos a pedir perdón, en público o en privado. Es mucho más frecuente el apasionamiento y la ceguera entre los alumnos que entre los profesores y no suele ser buen método un careo entre profesor y alumno.
En principio, y mientras no se demuestre lo contrario, se debe presuponer equidad en el profesor y que por tanto no actúa por simpatías y antipatías. Cuando no sea así, su inmediato superior deberá corregir al profesor con toda la claridad necesario pero salvando siempre la autoridad moral que el profesor necesita tener delante de los alumnos.
http://www.aciprensa.com/Familia/profenome.htm

MI COMENTARIO:
Hoy en día algunos maestros saben cómo ganar simpatía con algunos alumnos, pero con otros no hay manera de que exista una buena relación siquiera. El hecho de que algunos alumnos sean un poco más dóciles y traten de llevarse bien con su maestro, provoca que el profesor sienta más inclinación hacia estos alumnos, o quizá muestre algún tipo de preferencia, es común que al maestro le pueda pasar, mas aun si es primerizo. También es normal encontrar alumnos que el maestro tenga que estar llamándoles la atención, alumnos que tengan mal comportamiento y esto causa que los demás crean que el maestro tienen sus alumnos preferidos, en mi opinión personal, el maestro debería tratar de ser un poco mas parcial, es fácil dejarse llevar por la buena relación que existe con algunos de ellos, pero se debe pensar que somos responsables de causar problemas en otros, como: conflictos entre ellos, desanimo en aquellos que se sienten relegados, rechazo al estudio, etc. cuando llega a suceder un problema con algún alumno, que ya se convierte en algo muy personal, lo mejor sería arreglarlo con maestro-alumno y director, y si el alumno intentará poner en mal a su maestro, entonces el director debiera tomar la postura de defender en todo momento al maestro delante del alumno, con esto no digo que no se tome en cuenta la opinión del alumno, sino que se debe de hablar con el maestro a solas y tratar de hacerle entender la situación y lo que está causando, claro esta que el director estará enterado de los antecedentes. Es de sabios errar, así que no creo que haya nada de malo en que un maestro reconozca su actitud frente al alumno e incluso pedir disculpas, al igual que el alumno al maestro, tratando de iniciar con una mejora en la relación. Creo que en estas situaciones el maestro debe de poner todo lo que esta de su parte para ganarse el cariño de los alumnos, y de alguna manera debe de tratar como ya lo dije antes, ser parcial, pero a la vez no dejar de lado el cariño y la atención que puede mostrar a todos ellos, el maestro debe ser el mejor ejemplo y la guía para que el alumno llegue a tener éxito dentro del salón de clases, ya que dependerá mucho la actitud de este para lograr una buena convivencia en el aula, y por consiguiente provocará que haya una buena relación entre compañeros, esto creará un mejor ambiente de trabajo para el alumno y para el maestro.

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